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Cuando éramos niños el tiempo pasaba sin darnos cuenta, lo disfrutábamos más porque todo era una novedad: nuevos amigos, nuevas experiencias, nos volvíamos más grandes, más fuertes, más inteligentes, más hermosos y hasta más felices.
Cuando nos hicimos adultos, las novedades fueron disminuyendo y las nuevas experiencias dejaron de serlo para convertirse en lo de todos los días, la costumbre, la rutina: el estudio, el trabajo, el quehacer doméstico. Ya el disfrute se pasó para los fines de semana, los días de descanso, las vacaciones.
Y a medida que pasan los años nos vamos dando cuenta que ya casi no hay “nada nuevo bajo el sol”, pocas cosas nos sorprenden, las novedades no pasan de ser variaciones de un mismo tema: las noticias son casi siempre malas noticias: catástrofes, accidentes, guerras, desastres; robos, asesinatos... Y en la vida personal, los familiares que se enferman, se envejecen y se mueren; los amigos y amigas de antes que se marcharon y de los que no volvimos a saber, los hijos que crecen y también se van.
Al final, nos vamos volviendo viejos, quedando solos, amargándonos con los recuerdos, añorando lo que fue y lo que pudo haber sido.
¿Y del amor qué? Puede que nos pase lo mismo que nos presenta en esta canción Pablo Milanés (Cantautor cubano nacido en Bayamo, 1943).
¿Podríamos hacer que con los años no nos pase lo mismo sino todo lo contrario? Si alguien lo logra, ¿podría darnos la fórmula?
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AÑOS
Letra y música: Pablo Milanés (1975)
(Pulse en el siguiente enlace para escuchar la canción en versión de Mercedes Sosa y Pablo Milanés y ver video relacionado.)
El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo como ayer.
En cada conversación, cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Pasan los años y cómo cambia lo que yo siento;
lo que ayer era amor se va volviendo otro sentimiento.
Porque años atrás tomar tu mano, robarte un beso,
sin forzar un momento formaban parte de una verdad.
El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo como ayer.
En cada conversación, cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de temor.
Vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo,
las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones.
A todo dices que sí, a nada digo que no, para poder construir
la tremenda armonía, que pone viejos, los corazones.
Porque el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo, como ayer.
En cada conversación, cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Notas:
(1) Imagen de "los relojes blandos" o "la persistencia de la memoria", del pintor español Salvador Dalí.
(2) Imagen tomada de http://tomson-wwwlocaporlapsico.blogspot.com/2009_03_01_archive.html